El sol brillaba como nunca en aquel magnífico lugar . Dos personas compartían sus corazones con el resto de invitados en el día más importante de sus vidas. Fui un afortunado por poder estar entre ellos, con las familias, respirando esos dulces momentos.
Junto a María de la Tarara las cosas no pudieron salir mejor. Afortunado por poder contar esta historia y por rodearme de estas dos personas que sencillamente y por encima de todo se aman.